jueves, 8 de diciembre de 2011

Cuando comer no es un placer...

La mayoría de las personas pueden comer una gran variedad de alimentos sin problemas. En una alimentación sana y equilibrada se han de tomar cereales, frutas y verduras, lácteos, aceite de oliva, proteínas animales y, ocasionalmente, azúcares y grasas.


El problema viene cuando lo que comes no te sienta bien (intolerancia o alergia alimentaria), pudiendo ir la reacción adversa desde pequeñas erupciones hasta reacciones alérgicas graves.

La alergia alimentaria afecta tan sólo de un 2% en la población adulta, mientras que en la población infantil, la incidencia es superior al 3-7%.

La alergia a la proteína de la leche de vaca es más común en bebés y niños, especialmente cuando hay antecedentes familiares de alergia, aunque incidencia disminuye con la edad. Los síntomas más comunes son los vómitos y la diarrea, aunque las reacciones adversas pueden variar de una persona a otra. Afortunadamente, las reacciones a la proteína de la leche vaca generalmente remiten pronto y la incidencia en niños de más edad y en adultos es mucho menor.

Ciertos procesamientos desnaturalizan algunas de las proteínas lácteas, reduciendo su alergenicidad. Por este motivo, algunas personas sensibles a la leche pueden tolerar productos con leche esterilizada o evaporada, pero no la leche pasteurizada. En los productos fermentados, como el yogur, y en los quesos, la estructura de las proteínas lácteas no cambia mucho y por ello, conservan su alergenicidad.


Otros alimentos que están más o menos asociados con las reacciones alérgicas son las frutas, las legumbres (incluida la soja), los huevos, los crustáceos (cangrejo, langosta, cigala y langostino), el pescado y las verduras, las semillas de sésamo, de girasol, de algodón, de amapola y la semilla de mostaza. Las técnicas de procesamiento más modernas, como los tratamientos de alta presión para alimentos, la fermentación y los tratamientos enzimáticos, pueden ayudar a reducir la alergenicidad de algunas proteínas alimenticias. También se pueden eliminar los alérgenos de los aceites mediante el refinado. Algunos de los problemas sin resolver en cuanto a alergias alimentarias están relacionados con la presencia en pequeñas cantidades de un determinado alérgeno en alimentos procesados o en platos consumidos fuera de casa.

La intolerancia alimentaria puede tener síntomas similares a los de una alergia (entre ellos náuseas, diarrea y dolor abdominal), sin embargo el sistema inmunológico no interviene en las reacciones que se producen de la misma manera. La intolerancia alimentaria se da cuando el cuerpo no puede digerir correctamente un alimento o uno de sus componentes. Mientras que las personas que tienen realmente alergias alimentarias necesitan generalmente eliminar el alimento causante de su dieta, las personas que sufren una intolerancia pueden consumir pequeñas cantidades del alimento o del componente alimenticio, sin que se den síntomas, excepto en el caso de personas que sean sensibles al gluten o al sulfito.

Las dos causas más comunes de las intolerancias alimentarias son la lactosa y el gluten.

La intolerancia al gluten es un trastorno intestinal que se da cuando el cuerpo no puede tolerar el gluten (una proteína que se encuentra en el trigo, el centeno, la cebada y las avenas, aunque existe controversia con respecto al papel de estas últimas y actualmente es objeto de investigación) Esta afección se da entre 1 de cada 350 personas y una de cada 1000 en la población europea, y se denomina a veces enfermedad celíaca o enteropatía por gluten.


La enfermedad celíaca es una intolerancia permanente que se puede diagnosticar a cualquier edad. Si el enfermo consume alimentos que contienen gluten, la mucosa del intestino delgado queda dañada, y tiene menos capacidad para absorber nutrientes esenciales como las grasas, las proteínas, los carbohidratos, los minerales y las vitaminas. Entre sus síntomas destacan la diarrea, la pérdida de peso, la fatiga, la irritabilidad y el dolor abdominal. En los niños, se pueden dar síntomas de desnutrición, entre ellos problemas de crecimiento. Actualmente, la única forma de ayudar a los pacientes celiacos es proporcionarles una dieta sin gluten. Normalmente se pueden conseguir listas de alimentos sin gluten en los centros locales de información dietética y en las asociaciones de apoyo relacionadas con enfermedad celiaca. Cuando se elimina el gluten de la dieta, el intestino se regenera gradualmente, y desaparecen los síntomas.

Muchas grandes superficies están empezando a incorporar alimentos sin gluten, aunque aún queda un gran camino para identificar en los productos comprados el resto de elementos alérgenos de mayor incidencia.


Fuentes:

FACE. Federación de Asociaciones de Celíacos de España

http://www.alimentacion-sana.com.ar/informaciones/novedades/alergias%202.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Intolerancia_a_los_alimentos

http://es.wikipedia.org/wiki/Alergia_a_alimentos

sábado, 3 de diciembre de 2011

Pintxos de huevos de codorniz

En una dieta equilibrada y si no se tienen problemas de salud, se debería poder consumir huevos sin problemas sin preocuparse demasiado por el colesterol.
Por eso y porque es muy nuestro el concepto de tapa o pintxo, os traigo tres propuestas para acompañar la cerveza, vinito o refresco:
  • Huevo poché con caviar de tomate y aceite de oliva.
  • Huevo frito con ajitos y jamón serrano.
  • Huevo revueltos con salsa inglesa y mostaza negra.

INGREDIENTES
  • 3 bollitos exprés (la receta la tienes aquí)
  • 3 huevos de codorniz
  • Un tomate
  • Salsa inglesa HP
  • Aceite de oliva
  • Cebollino
  • Ajo seco picado (o ajo natural)
  • Jamón serrano picado
  • Semillas de mostaza negra


PREPARACIÓN

Comienza preparando los huevos poché. La forma original de cocer estos huevos en agua caliente (no hirviendo) con vinagre, que hace que la proteína del huevo se recoja y esferifique, aunque hay que tener maña y experiencia. Yo utilizo una técnica distinta. Coloca en un cuenco un poco de film transparente con un poco de aceite. Coloca un huevo en él, añade un poco de sal y cierra el paquetito con un cierre de paquete, clip o pinza (saca el manitas que llevas dentro).



Ya que te pones, cuece unos cuantos, que al final siempre te piden repetir... Por el sobrante del paquete, inserta una brocheta y colócalos en un cazo con agua caliente al fuego. Intenta que no hierva. En 8 minutos estarán listos. Apártalos del fuego y déjalos en el agua hasta que los necesites.


Ahora, prepara el caviar de tomate. No es nada raro, sólo las semillas con su gelatina natural. Tendrás que tener cuidado para sacarlos sin romper. Resérvalas.


En una sartén, fríe un huevo con una cucharadita de aceite y resérvalo también.


Lo último que tienes que preparar es el huevo revuelto. No hay demasiada ciencia: en una sartén, rompe un huevo con un poco de sal y unas gotitas de leche. No los hagas demasiado para que queden cremosos. ¡Ya estamos listos para ensamblar!


Toma los bollitos y córtales la tapa intentando que quede una forma de "cuenco".


Para el primer pintxo, echa un poco de aceite en el hoyo. Abre un paquetito de huevo poché y, con una cucharilla, recoge el huevo y deposítalo en el hueco. Acompáñalo con el caviar de tomate y decóralo con un poco de cebollino. ¡Listo el uno!


Para el segundo, vierte también un poco de aceite en el hueco, coloca encima el huevo frito y acompáñalo con un poco de ajo crujiente picado y jamón serrano. ¡Listo el dos!


En el tercero, pon una cucharada de salsa inglesa y extiéndela bien. Ahora incorpora el huevo revuelto, las semillas de mostaza negra y un poco de cebollino, ¿por qué no? ¡Listo el tres!


Ahora sólo tienes que presentarlos juntitos y dejarás a tus invitados con la boca abierta. ¡Espero que os gusten!