INGREDIENTES
- Un kilo de patatas.
- Un paquete de sal.
- Tres dientes de ajo (le puedes poner más o menos, según tu gusto).
- Una cucharadita de comino (no te cortes con el comino)
- Una cucharada de pimentón (no te cortes con esto tampoco).
- Guindilla (también a tu gusto).
- 100 ml de aceite (medio vaso más o menos).
- Un par de cucharadas de vinagre.
- Media cucharada de sal.
PREPARACIÓN
Empieza cociendo las patatas (bien limpias, con la piel y todo) en un olla. Cúbrelas de agua y añade sal hasta que floten (esto es como una salmuera). Hiérvelas a fuego fuerte y cuando el agua esté a tope, bájalo al mínimo y déjalas cocer unos treinta minutos. Cuando estén blandas (puedes comprobarlo pinchándolas con un cuchillo) tira el agua de cocción menos lo justo para cubrir el fondo y déjalas cocer un poco más a fuego muy lento hasta que el agua se consuma por completo. IMPORTANTE: Ten paciencia y déjalas a su amor, sin tocarlas ni moverlas. El calor las arrugará del todo y la sal se empezará a solidificar en la superficie (se quedan preciosas, muy bonitas).
Cuando se haya consumido el agua restante, cubre la olla con un paño limpio y déjalo reposar (esto termina de concentrar la sal en las patatas).
Para el mojo rojo, machaca en un mortero los cominos y la guindilla y redúcelos a polvo (resérvalos). Ahora pon los ajos y la sal (así son más fáciles de triturar) y májalos hasta que tengas una pulpa fina. Añade los cominos, guindilla y pimentón y mézclalos bien.
Añade el aceite poco a poco. Antes de añadir más, asegúrate que el que habías echado se ha mezclado perfectamente, así lo consigues emulsionar y queda una salsa suave y bien ligada. Por último añade el vinagre poco a poco. El resultado ponlo en un cuenco y resérvalo.
Sirve las patatas en una tabla con el mojo en medio. Pela las patatas y moja. ¡¡Más fácil imposible!!
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