Gracias a Kena, la propietaria de la floristería de mi barrio la cual me provee de todas las plantas aromáticas, he descubierto esta planta, cuanto menos, curiosa.
Esta planta de origen centro y suramericano y de regiones subtropicales, aunque está emparentada con el girasol, tiene la asombrosa cualidad de que sus hojas, al masticarse, saben dulce. Como lo oyes: dulces como el azúcar (y sin sus inconvenientes, claro). Algunas variedades pueden ser 300 veces más dulces que el propio azúcar.
Se han realizando investigaciones que han demostrado posibles beneficios en el tratamiento de la obesidad y la hipertensión arterial porque el consumo de los extractos de sus plantas tiene un efecto insignificante sobre los porcentajes de glucosa en la sangre, lo que también hace atractivos a estos para usos no medicinales como edulcorantes naturales.
Sin embargo, algunos países como Estados Unidos han restringido su disponibilidad y uso en alimentación.
Se utiliza desde la antigüedad por muchos pueblos de Sudamérica, principalmente en Paraguay, Bolivia y Argentina. ¡Cuanto tenemos que aprender de las antiguas culturas!
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